«Terminé por admitir que esos sueños no habían sido vividos para ser sueños, sino soñados para ser textos; que no eran la vía regia que yo creía que serían, sino caminos tortuosos que me alejaban cada vez más del reconocimiento de mí mismo».
Georges Perec, cuya cita aprovecho para incidir en un aspecto de los sueños que presento en este hilo: su selección está sesgada hacia lo narrativo.
Sí, a lo mejor los sueños son tan contumaces que adoptan la vía que sea para contar lo mismo. Quiero decir que si fueras descargador de puerto, los sueños usarían los contenedores para hablar de X; si fueras cazador de mariposas, los sueños las usarían para hablar de X; si sexador de pollos, los sueños se empeñarían en hablar de X tomando de aparente contenido a los pobres pollos. Pero los sueños siempre hablarían de lo mismo, de X. Siendo X el trauma o el problema o la empanadilla que cada cual tenga. Son muy tercos. Aunque, desde luego y tal y como nos vienes ilustrando, lo verdaderamente divertido son la metáfora o el vestido o disfraz con que ocultan el dichoso X.
En mi sueño de anoche, en una playa que recordaba mucho a la de Chipiona, asistí al entierro de un conocido que es profesor de una universidad de Barcelona. Un pequeño grupo se congregó en torno a mí mientras les explicaba qué le había sucedido.
Formábamos parte del equipo de matemáticos que había desarrollado un sistema de teletransporte urbano universal ecológico y renovable. Su funcionamiento como casi todo lo ecológico era un tanto tosco. Sus principios, además, eran cuánticos y desafiaban a la lógica.
La ciudad estaba llena de rascacielos. Todos ellos, y los edificios más altos que no merecían ese nombre, estaban equipados con grandes mástiles, como de banderas, en lo alto. Te agarrabas a uno y lo hacías balancearse y flexionarse como en un ejercicio de barra de gimnasia o en un salto de pértiga, una y otra vez, con una torsión creciente, hasta que adquirías suficiente impulso para saltar al vacío y alcanzar otro mástil en otro edificio.
Tras un salto vertiginoso, en el momento en que tocabas el siguiente mástil, podías elegir, recitando una corta clave, estar agarrado a cualquier otro mástil del universo debido a la aplicación de los diferenciales de potencial cuántico de la electricidad estática ambiental.
Teoría aparte, el salto podía salir mal. Podías fallar tu objetivo o soltarte sin querer y caías al abismo hacia una muerte segura durante varios segundos. Esos segundos los empleabas en activar el sistema de seguridad. Precisamente por eso estaban los mástiles situados a tan gran altura.
Llevábamos a modo de reloj de pulsera una tarjeta de plástico que era idéntica al habitual DNI electrónico español, con su chip y con su foto. Tocándo el chip volvías a uno de los mástiles de tu recorrido anterior. No el inmediatamente anterior, sino uno que dependía de una fórmula muy compleja.
No recuerdo si le conté a aquella congregación la causa exacta del accidente o tuve que improvisar una explicación sencilla en base a ininteligibles principios teóricos. No sé si en la explicación que di, honesta pero falsa, por ser una aproximación en lenguaje de la calle a una realidad mucho más complicada, dije que el fallecido había confundido la tarjeta de seguridad con el DNI, o que había renunciado a usarla por parecérsele, o que había intentado clonar una tarjeta propia con sus propias reglas.
Algo así tuve que decirles. Todo estaba envuelto en incertidumbre.
Registrado: Feb 27, 2007 Mensajes: 1502 Ubicación: Catacumbas
Publicado: Lun Oct 21, 2019 3:05 pmAsunto:
Ahora entiendo mi sueño en que aparecía en el tejado de mi casa con un hacha en la mano y una voz me decía "Corta el puñetero mástil que ha surgido junto a la antena o verás el partido del Celta con rayitas, muchas rayitas... y no quieres rayitas".
Lo talé, a velocidad de aizcolari, y, justo cuando se derrumbaba, un tipo con pinta de profesor pasó volando mientras me llamaba cabronazo.
Lo más raro es que no soy del Celta. _________________ Qualis artifex pereo
No te lo vas a creer, pero una parte que eliminé del relato de este sueño se acercaba a lo de "cabronazoooo".
Ya he contado que el sueño tenía la estructura de una charla con "flashbacks". Yo no llegaba a presenciar el accidente nunca. Cuando los espectadores de la charla a las afueras del funeral me preguntaban por más detalles, les decía que había tenido constancia del desastre porque la gente al saltar al mástil generalmente hacía "ahh... (plock) (el ruido de la implosión del espacio de aire que ocupaba)" y el fallecido había hecho "aaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh (chof) (que no era exactamente lo mismo)".
La prueba definitiva de su muerte eran unas gráficas de efecto doppler que tenía en mi mano impresas en forma como de naipes o tarjetas de visita y que repartía entre los asistentes. Y las tarjetas tenían muchas,muchas rayitas.
Por cierto que, si no te gustan las rayas, entiendo que además de no ser del Celta, tampoco eres del Depor.
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