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Reseña: Valois. El Espejismo Italiano, de Thierry Gloris, Jaime Calderón y Felideus
Estaréis conmigo (los que seáis fans de los dibujazos de Jaime Calderón, claro), en que es ver por las redes una ilustración de su nuevo trabajo y entrarte un hype por las venas que te mueres… Hasta poder leerlo. Un maestro, un autor con un don de los fascinantes ideal para representar, para recrear, para dar vida a través del cómic, a personajes tremendamente personificados de un modo realista que bien pudieran ser autorretratos verídicos. Hay quien dice que su dibujo aborda el género cinematográfico, con un lujo de detalles brillantes de disfraces y decorados, alternando momentos de movimientos tranquilos y brutales. Quizás esa crítica se refiera a que puede hacer unos storyboards de la leche… Para mí, un dibujo así dedicarlo a un storyboard, sería infravalorarlo muy mucho. Sería como usar una MG-42 contra un hormiguero. Estaría súper sobrepasado. Y a las pruebas me remito: la expresividad y rostros
de los personajes que Jaime Calderón es capaz de crear para con las obras en las que trabaja, están tan sensibilizadas y se acercan tanto a una posible realidad, que asustan. Además, el coloreado, normalmente en colores cálidos, facilita la inmersión y a veces los resalta aportando sensación de que esa persona (si existió) era realmente así.
Valois es la nueva serie de cómic europeo que lleva adelante. Como otras de sus obras de enorme calidad (Leonor. La leyenda negra, El trono de arcilla, Los caminos de Malefosse, Isabel. La loba de Francia, Los Caminos del Señor…); nos la trae Yermo Ediciones. Habla de como la Casa de Valois sucedió a la dinastía de los Capetos. Una Casa que aprovechó la Guerra de los Cien Años para consolidar su poder e influencia sobre Francia. No obstante, como suele pasar después de un potente conflicto, una nueva partida de ajedrez comienza. Blasco, un español enternecido por un amor perdido, es forzado por su familia a tomar casamiento. Henri de Tersac, una jovencita traviesa, usa su espada para sobrevivir. Carlos VIII, rey supersticioso e inmaduro, trata de deshacerse de la engorrosa tutela de su hermana, Anne de Beaujeu, que sueña con igualar (de algún modo) al glorioso Alejandro Magno. Tres destinos que se cruzan en una narración estelar, en un contexto de complots políticos complejos, que ponen en juego a los grandes personajes históricos de finales del Quattrocento.
Toda una serie de personajes que conforman un puzzle en el que en este primer volumen, quedan bastantes piezas por encajar. Pero con objetivos comentados que dejan el hype por las nubes. Sobre todo, en temas históricos por visualizar para un lector de cómic que ame la Historia, y desee ver ciertas situaciones que se dieron en modo gráfico. Toda una serie de personajes listos para verse inmersos en un nuevo conflicto. Un contexto del que te van insinuando cosas lentamente desde las primeras páginas y que desprenden inquietud. Como puede ser la amenaza de Maximiliano de Austria para exigir la devolución de los territorios, la rivalidad entre el controvertido Papa Alejandro Borgia y un retador decepcionado, Giuliano della Rovere; la lucha interna en el seno de Italia, intrigas y traiciones dentro de la
familia real de Francia… Cantidad de ingredientes que llevan a pensar que media Europa podría volver a enfrascarse en una devastadora explosión de acontecimientos, y eso que acaba de salir de una larga lucha como fue la Guerra de los Cien Años.
Después de que en Isabel: La loba de Francia, Gloris y Calderón abordaran las campañas italianas de Carlos VIII, un pequeño episodio glorioso cuya posteridad ha conservado solo el ridículo de la propagación de la sífilis como tributo, empieza en Valois. A través de los ojos del dúo antagonista, Blasco y Henri, que nunca dejan de discutir, se describe la creación de un gigantesco juego de engaños, un lienzo de alabanzas dignas del contemporáneo Maquiavelo, con múltiples actores representados, una crónica que no escapa a los clichés históricos de breves evocaciones eróticas o torturas. Además de respirarse una rápida sucesión de tramas y violencia.
Una narrativa y un entrelazamiento de cuestiones diplomáticas, económicas y familiares, acometidas de modo brillante. Una lectura que a cualquier lector novel quizás le pueda parecer compleja desde fuera. Hasta que afronta la primera página, donde la lectura se ve facilitada en una progresión encomiable, como si de un albañil experimentado, poniendo ladrillo sobre ladrillo, se tratara.
La puerta del bosque
Protagonistas "afro", femeninos o gay en películas y libros: ¿ya no son "minoritarios"?


El año pasado, esta vez en los Oscars, Moonlight rompió el molde y se hizo merecedora de la estatuilla, a pesar de que contaba la historia de un adolescente gay en su difícil camino hacia la adultez, flanqueado por un entorno violento y riesgoso en muchos sentidos. El personaje gay abandonaba de forma definitiva el estereotipo cómico que había desempeñado en muchos filmes y series de TV y se convertía en centro de un drama humano, sentido como

¿Qué tienen en común estas tres situaciones? ¿La moda de lo marginal? ¿O es de verdad que asistimos a un progresivo cambio en la forma en que conocemos historias cuyos referentes protagónicos no son el clásico hombre blanco heterosexual? ¿Podemos aceptar que las mujeres protagonicen filmes no románticos, que los homosexuales tengan roles principales en historias de amor románticas y que los negros sean mega-superhéroes de franquicias exitosas? A simple vista, parece que es posible, pues el éxito de público de muchas de esas películas subraya la tendencia de que estamos dispuestos a aceptar y a disfrutar películas donde los personajes principales no responden a los mismos rasgos de siempre.

Pero no es aún suficiente.
Uno de los aspectos que más llama mi atención del alboroto que han causado las películas que mencioné es que son, precisamente, novedosas. O sea, que son la excepción y no la regla. Todavía.
La representación no estereotipada de personajes de “minorías” sigue siendo bastante raro. Que sí, que hay muchas “guerreras” y personajes negros fuertes en muchas películas y libros, que hay cada vez más personajes homosexuales en posiciones revaloradas en series de televisión y relatos literarios. Por fortuna, así es. Pero la presencia realmente protagónica de estos personajes se está dando de forma más bien paulatina y con altibajos. Así, hay años con mucho y años sin nada. Y años en que te encuentras a gente clamando por “verdaderos” héroes, de esos machos alfa de piel blanca y hasta mujeriegos que son los que “de verdad” calan hondo. Cuando veo ese tipo de deseos, siento que el equilibrio se aleja y regresamos a lo de siempre.
Protagonistas de “minorías” se necesitan por montón. No solo en historias estereotipadas para ellos, como por ejemplo un protagonista negro en una historia de esclavitud o una mujer en una historia de amor o un gay o una lesbiana en una historia sobre discriminación y sobre “salir del closet”. Que están bien, no digo que no, pero de las que ya tenemos para llenar bibliotecas. Me refiero a que sean protagonistas en otro tipo de historias, en las que no suelen serlo: que el personaje gay no sea secundario, que el personaje femenino no sea la única mujer importante de la historia, que el personaje negro no sea el amigo “fiel” del protagonista. Que sean, en cambio, los motores de la historia o al menos, uno de ellos.



He continuado balanceando a mis personajes a medida de las historias y creo que muchos otros creadores están haciendo lo mismo, por lo que se ve. Crear personajes protagónicos o principales con características de “minorías” en historias no tradicionalmente asociadas a ellos, con actitudes distintas a las estereotipadas, es un ejercicio interesante y liberador, desde el punto de vista creativo y hasta humano. Por el momento, son unas pocas que hacen ruido. Muy pronto serán tantas que ya ese detalle no llamará la atención. Y así es como debe ser. =)
Reseña: Wildstorm Especial 25 Aniversario
Fue en la pasada Comic-Con de San Diego donde dejó huella este Wildstorm Especial 25 Aniversario. El fundador de Wildstorm y coeditor de DC, Jim Lee estuvo presente, al igual que creadores como J. Scott Campbell, Dustin Nguyen, Ryan Benjamin, Lee Bermejo, Carlos D’Anda, Sandra Hope y Alex Sinclair. El anuncio de este tomo se enfocó principalmente en los diversos creadores que recordaron los primeros días de la compañía antes de que DC los adquiriera. Lo loco que solía ser por entonces uno de los puntos referentes como fue Jim Lee (incluida su frase: “esto comenzó como una fiesta de pijamas y cereales”), quedó reflejado en más de una frase como ésta durante la convención. No obstante, la atención se centró en cómo sería esta edición en tapa dura de Wildstorm Especial 25 Aniversario. Un anuncio que encendió el hype de todos los presentes ya que se anunció que contaría con una gran cantidad de pin-ups, material inédito e incluso
algunas historias cortas nuevas para posibles series de WildCATS, The Authority, Gen 13 y Backlash.
Lee también habló sobre la relación actual entre los universos DC y Wildstorm en la posterior DC Renacimiento. Dijo que se tomó la decisión de aislar nuevamente a los personajes de Wildstorm porque no necesariamente encajaban con el enfoque más ligero y esperanzador que DC estaba sacando en Renacimiento. De ahí la creación del universo reiniciado por Warren Ellis y Jon Davis-Hunt en The Wild Storm. Pero el siempre cautivador Jim Lee dejó caer que aún existía la posibilidad de que los personajes de Wildstorm aparecieran en próximos eventos DC dadas las circunstancias correctas…
A lo largo de estos 25 años, la editorial, los creadores y los personajes han evolucionado en muchos aspectos, y para celebrar este hito histórico, ECC Ediciones nos trae a los comiqueros esta chula recopilación del nuevo contenido, reimpresiones cuidadosamente seleccionadas y un selecto número de extras nunca vistos. La misma que se anunció en la comentada Comic-Con. Warren Ellis y Bryan Hitch son el típico tandem, el emparejamiento ideal de autores de superhéroes en el que muchos lectores centramos nuestros sueños. Recordad que en 1999, cuando The Authority (obraza que también sacó recopilada hace no mucho ECC), en dicha obra se lanzó una renovación de los fundamentos de la obra de Ellis y Hitch. Se estableció todo en el segundo volumen de Stormwatch. Se podría decir que ese fue uno de los puntos a destacar para que naciera la era cinematográfica del cómic. El primer volumen de The Authority fue casi tan innovador en la forma en que moldeó los modos populares de contar historias dentro de los cómics que se ha confirmado que ciertos guionistas de films de superhéroes de hoy en día,
lo tienen muy presente. Al igual que El Regreso del Caballero Oscuro y Watchmen, por supuesto.
Comento todo esto por que la publicación de Wildstorm Especial 25 Aniversario es toda una celebración. Un tomo ideal para comprender todo lo que aquello supuso. Una colección de datos, aportaciones, detalles e historias gráficas que presentan una variada reunión de equipos creativos, los que tuvo Wildstorm a lo largo de su historia. Con una calidad gráfica impresionante, como por ejemplo las tintas de Paul Neary, los colores de Laura Martin e innovaciones de Josh Reed.
Un tomo que se convierte sobre todo en galería para maravillar, a esos ojos que alucinan con el cómic de pijameo. Estamos hablando de los mejores momentos de John Cassaday, Tim Sale, Adam Hughes, Carlos D’Anda, Adam Warren, Tony Harris, Lee Bermejo, Ryan Benjamin, Neil Googe, Fiona Staples, Cully Hamner y más. Además de material entre bastidores que harán volar tu mente, con reimpresiones épicas de algunas de las mejores historias de WildStorm. Tomo en tapa dura, económico e imprescindible para los viejos fanáticos y nuevos lectores a los que les interese saber que fue todo ese acontecimiento con el que Jim Lee casi cambia el curso de la historia de los cómics en 1992.
Revolucionarla, la revolucionó.
Westworld. Haga sus sueños realidad sin remordimientos.
Por R. G. Wittener
En 1973, Michel Crichton dirigió y firmó el guión de un clásico de la Serie B de Ciencia Ficción: Westworld, traducida al español como Almas de metal. Siguiendo la misma receta que le permitió triunfar con sus novelas, Crichton planteaba la posibilidad de un invento científico revolucionario y, partiendo de ahí, imaginó un desastre catastrófico. En el caso de Westworld se enfocó en las inteligencias artificiales y asustó a sus espectadores con el peligro de desarrollar androides humanoides que pudieran descontrolarse. Personalmente, no llegué a ver la película hasta hace unos pocos años, y la impresión que me dio es que tenía una propuesta interesante pero un desarrollo de lo más simplista.
En 2013, Jerry Weintraub recuperó la idea de Crichton y, con la colaboración de Jonathan Nolan y Lisa Joy, consiguió exprimir su trama, en el amplio sentido de la palabra, creando una serie de televisión que emitió HBO en 2016. Una idea que los aficionados a la ciencia ficción y los dilemas con las IAs nunca podremos agradecerle lo suficiente (y que algunos, como yo, lamentaremos haber tardado tanto en disfrutar). Las casi diez horas de la primera temporada (con una segunda a punto de estrenarse) son una delicia. De nuevo se nos presenta un parque de atracciones de última generación, en el que los visitantes pueden disfrutar de una gigantesca recreación del Salvaje Oeste, poblado por androides que imitan a la perfección a los típicos personajes del Far-west (e incluso a su fauna). Sin embargo, mientras que Crichton derivó hacia una historia de terror pseudocientífico con los androides convertidos en monstruos, la nueva Westworld cambia por completo ese planteamiento y nos hace experimentar la terrible realidad de los androides: seres que no solo son capaces de sentir, si no que han sido provistos de una historia personal, unos recuerdos de un pasado inexistente y unos vínculos sentimentales ficticios que les hacen creer que son personas. Y en el mismo primer episodio ya se nos da una visión muy aproximada de lo que es vivir en un bucle sin fin, obligados por la “línea narrativa” del parque a interpretar a un cierto personaje, y llevar a cabo las mismas acciones una y otra vez, día tras día. Pero, sobre todo, sometidos a cualquier deseo que puedan imaginar los visitantes humanos, ya que su única función es hacer realidad los sueños de esas personas, por más oscuros y retorcidos que sean. En este cambio de perspectiva, el terrorífico Hombre de negro que encarnase Yul Briner tiene también su contrapartida actual de la mano de Ed Harris. Solo que el monstruo, esta vez, no es un androide.
El debate transhumanista discurre por unas sendas similares a las de la serie Humans (adaptación de la sueca Real Humans, por cierto). ¿Hasta qué punto acabamos degradando nuestra propia humanidad, si somos capaces de desconectar nuestra empatía frente a seres que, por más artificiales que sean, están vivos? Después de dar rienda suelta a nuestros más bajos instintos contra una cosa que es igual que cualquier humano, ¿quién no temería que eso acabase por liberar el apetito por una víctima “más real”? En la serie, los visitantes recurrentes son adictos a la sensación de no estar sujetos por ataduras morales; de poder llevar a cabo las atrocidades que nunca se atreverían a cometer en el mundo real, porque en Westworld no deben correr con las consecuencias. Y se da a entender que sus retornos se deben a que “solo allí” se atreven a liberar a sus demonios. Pero yo me permito dudar de que, una vez abierta la caja de Pandora, fuera a ser tan sencillo no dejarse llevar por la tentación.
La serie explora también el campo del conflicto moral que deberían enfrentar los creadores de unos seres cuyas IAs los hacen casi humanos por entero. En la serie tenemos a Anthony Hopkins como Robert Ford, el creador que actúa desde la perspectiva de un dios y se niega a ver a los androides más que como simulacros muy sofisticados de personas reales (con un nivel de interpretación que llega a recordar a Hannibal Lecter). Pero, a medida que transcurren los episodios, descubrimos que hubo otro científico implicado en el desarrollo de las IAs, y que su postura era diametralmente opuesta a la de Ford. Que para este hombre todos los rasgos humanos de los androides les convertía, en definitiva, en seres humanos, y como tales debía impedirse la explotación a la que iban a ser sometidos. Una disparidad de opiniones que no terminó con la muerte del segundo progenitor, pues en la arquitectura de los cerebros cibernéticos quedaron incrustados unos procesos que les animan a escapar de la trampa en la que encerraron sus mentes. Y es que de hecho la manipulación que sufren es de tal envergadura que, a pesar de que se les borre la memoria al final de cada bucle, no pueden evitar conservar pequeños fragmentos de lo que han vivido. Recuerdos que vuelven a su memoria durante su tiempo de “sueño”, haciendo que revivan como pesadillas todo aquello que les han hecho sufrir los visitantes. Amén de tener flashes sobre las distintas vidas que han inventado para ellos los guionistas del parque a lo largo de los años. Ecos de unos sentimientos que definieron lo que eran, hasta que alguien decidió cambiar por completo su existencia. Y pocas cosas hay tan horribles como descubrir que toda tu vida y todo lo que sabes sobre ti es mentira.
Argumentalmente, la primera temporada se vertebra en torno a las tramas de dos personajes femeninos (las androides Dolores y Maeve), y dos personajes masculinos (el Hombre de negro, y Robert, el co-creador de las IAs). Todos atrapados en Westworld, bien de forma voluntaria u obligada, mientras intentan encontrarle un sentido a sus vidas (o, en el caso de Ford, agarrándose a la única vida que tiene sentido para él: controlar el destino de sus criaturas). Enredados sin poder evitarlo en esa dinámica de eternos bucles que define el parque y que nos acaba dirigiendo hacia un final en el que acaban colisionando las ansias comerciales de quienes dirigen el parque con los propios deseos de estos personajes. Un final apoteósico, después del cual a mi se me ocurre que la segunda temporada podría tener un cierto regusto a Retorno a Parque Jurásico. En cualquier caso, resulta imposible comentar más al respecto sin fastidiar a todos aquellos que aún no hayan visto la serie. Tan solo puedo animaros a que, en cuanto acabéis de leer éstas líneas, os preparéis para disfrutar y darle muchas cosas con las que pensar a vuestro cerebro.
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The man who bridged the mist
Reseña: Magritte. Esto no es una biografía, de Vincent Zabus y Thomas Campi
Muchas veces, la belleza está en las pequeñas cosas. O las que pasan desapercibidas. Las historias curiosas que permanecen en la memoria…, más pequeñas cosas. Títulos, obras de cómic europeo a tener en cuenta solo cuando te lo recomiendan. Y para eso estoy hoy aquí, para recomendaron Magritte: Esto no es una biografía, de Zabus y Campi. Simplemente, por esa sencilla razón.
Charles Singulier, un poco singular empleado de recepción, se ofrece un buen día a la libertad, al libre albedrío de comprarse un bombín. Sin saberlo, una especie de maldición le acomete. El tocado sombrero pertenecía a René Magritte y su nuevo dueño no puede quitárselo así como así. Pero lo mejor es que Charles acaba de adquirir los secretos, el poderío, el don del desaparecido artista. A partir de entonces, y de la noche a la mañana, Charles es otro, de repente, se encuentra inmerso en un universo hecho de hojas de árboles, espejos graciosos, trenes que salen de las chimeneas y personajes suspendidos en el aire. Un universo surrealista, a un paso. Ojos translúcidos e inspiración a tope, en su nueva alma, en su nuevo don aprendido, en su ligera transgresión, en su nuevo victimísmo desesperado, pues empieza a comprender que no podrá quitarse tal objeto maldito hasta que resuelva el misterio que se esconde tras la obra de René Magritte (1898-1967). Un pintor surrealista belga conocido por sus ingeniosas y provocativas imágenes, que pretendía con su trabajo cambiar la percepción precondicionada de la realidad, y forzar al observador a hacerse hipersensitivo a su entorno.
Magritte dotó al surrealismo de una carga conceptual basada en el juego de imágenes ambiguas y un significado denostado a través de las palabras. Poniendo en cuestión la relación entre un objeto pintado y uno real. En Magritte: Esto no es una biografía, Vincent Zabus apenas representa la vida del pintor. Es más la búsqueda de un hombre hasta ahora sin historias que de pronto encuentra un porqué, una intriga con la que seguir adelante. A través de su exploración del arte, lo lleva a cuestionar sus percepciones, el significado de las palabras y de las imágenes que lo rodean. Fundamentalmente, su propio destino. El cual hasta ahora reflejaba, especialmente la falta de fantasía e imaginación. Y percibes como se nos insinúa que el autor no duda en hacer una prueba del artista que, al principio innovador, ha mantenido su éxito repitiendo, cómoda e incansablemente, los motivos que atraen a las masas.
Los dibujos de Thomas Campi sirven a la historia maravillosamente. El ilustrador guía al lector en un mundo bien inscrito en la cultura popular. Eso sí, Campi evita escollos de meterse en ilustraciones demasiado concretas y manteniendo su estilo, que combina bien con la del pintor, como se muestra en algunas reinterpretaciones de sus pinturas. De hecho, si indagas un poco en las obras de Magritte, te darás cuenta de que en el cómic hay abundantes guiños respecto a su vida y obra. Además de que se asocia bastante bien al espíritu del surrealista belga.
Una trama inteligentemente conducida, donde forma y fondo recuerdan al espíritu del pintor. Un belga original y creativo como él solo. Magritte: Esto no es una biografía es de los títulos que empujan a querer saber más.
Exito del Kickstarter de "Amazing Stories" y volverá a salir en papel.

LucasFilm podría hacer una "Star Wars" digital, sin intérpretes reales
https://movieweb.com/star-wars-digital-clones-lucasfilm-future-movies/

Nueva novela de Ann Leckie

Reseña: Congreso de Futurología, de Stanislaw Lem
Si has leído bastante CF, sabrás que numerosas son las historias en las que a las poblaciones se les ha lavado el cerebro para creer en un ideal, con frecuencia lo opuesto a lo que apreciamos. Un subgénero en sí mismo. Se han utilizado anuncios (Mercaderes del Espacio), narcóticos (Los tres estigmas de Palmer Eldritch), propaganda (We), tecnología (Un mundo feliz), emociones (The Giver), control totalitario (The Telling) y más y más. Herramientas utilizadas para torcer la mente colectiva de la sociedad en una nueva dimensión de la realidad.
Menos conocida que la mayoría de estas obras, es una joyita de novela corta de 1971 llamada Congreso de Futurología, del polaco Stanislaw Lem. Un autor al que me he ido aficionando con el paso de los años y con el paso de sus obras. Un autor que recuerdo que en mis años de instituto me costaba un mundo leer, pero el cual intentaba e intentaba, por verlo alabado en tantas revistas de Ciencia Ficción. Y ha sido así, con la edad, y después de viajar por Congreso de Futurología, Solaris, Retorno a las estrellas, La investigación (sorprendentemente de zombies) y Máscara; que regreso una vez más a esa novelita que me enganchó a él. Congreso de Futurología, disponible ahora en una edición muy llevadera de Alianza Editorial.
Ijon Tichy es un personaje recurrente en los cuentos de Stanislaw Lem. Protagonista absoluto de las recopilaciones de relatos Diarios de las Estrellas. Donde se disfrutan las hilarantes aventuras de este sorprendente astronauta, que a sus espaldas lleva las responsabilidades de su oficio. En Congreso de Futurología, Tichy es invitado a un congreso en la tropical República de Costarricania, país de ambiente convulso donde las revueltas se suceden y las autoridades parecen incapaces de mantener el orden de forma convincente. Pero eso para los futurólogos no es problema. Cómodamente instalados entre los lujos del Hilton, y convenientemente aislados de los lugareños, se disponen a exponer sus tesis en las distintas ponencias del Congreso.
Aunque la ciencia clásica es el principal interés de Tichy, empieza a percibir que las cosas se vuelven demasiado peculiares cuando bebe líquido del grifo del hotel. Las paredes se vuelven divertidas y su estado emocional toma un balance inexplicable. Aun así, se toma una pastilla y se cepilla los dientes antes de asistir a las ponencias. Ese lugar donde los asistentes al Congreso no prestan atención a la violencia en el exterior…, hasta que el lío llega a las puertas del hotel. Las bombas estallan y extrañas sustancias químicas de repente brotan en el aire. Tichy intenta escapar, pero “algo” lo impide. Sus problemas apenas acaban de comenzar.
Congreso de Futurología es una novela infinitamente imaginativa que en la tradición de Huxley y Orwell, está repleta de visiones y conceptos interesantes. La reacción de Tichy a las verdades que va encontrando, dice mucho de las intenciones de Lem. Dando el propósito a una conclusión, donde lectores y escritores (por qué no) encontrarán bastante campo ancho y ambientación para sus mentes colapsadas de tanta realidad. Por que los futurólogos de Lem no son los típicos charlatanes de medio pelo de las televisiones de madrugada, son auténticos expertos en prospección. No adivinos ni astrólogos iluminados, son científicos que especulan con las previsiones.
Stanisław Lem nació en la ciudad polaca de Lvov en 1921, en el seno de una familia de clase media. Su primera novela fue El hospital de la transfiguración, escrita en 1948 pero no publicada en Polonia hasta 1955 debido a problemas con la censura comunista. En 1951, año que publicó Los astronautas, despegó su carrera literaria y escribió a partir de ese momento, grandes novelas de CF. Esas que han hecho del polaco, un maestro indiscutible del género.
Nunca mires atrás, de Claudio Cerdán
Hay editoriales valientes, que apuestan por ofrecer al lector propuestas que, si bien no podría describir tanto como arriesgadas, sí es cierto que optan por romper con lo convencional y dan un paso al frente, creando proyectos que por un lado obligan a los autores a exprimirse las neuronas y por otro, ofrecen al lector un caramelo que es muy difícil rechazar, picado por la curiosidad de ver como seguirá y si llegará a buen puerto.
El crear un personaje, femenino para más señas (y la referencia al sexo del mismo es totalmente intencional), dotarlo de una personalidad que lo haga interesante a nuestros ojos, darle una vida, un entorno y unas circunstancias y después, ponerlo a andar en manos de distintos autores, cada uno con sus neuras y manías, su propia visión del mismo, sin que el personaje termine hecho un cromo irreconocible, mantenga su personalidad y esencia y además, nos resulte irresistible, es un reto creativo muy, muy serio. Si encima, las historias que protagoniza la susodicha, los fregaos a los que cada uno de esos autores la mete en cada nuevo título, son tan entretenidas, afiladas y cabronas como la que hoy nos concierne, a uno no le queda más remedio que quitarse el sombrero y aplaudir.
Esto es lo que ocurre con Sonia Ruíz, la peculiar detective privada creada por Menoscuarto Ediciones, que cobró vida en la pluma de Lorenzo Silva y que no ha dejado de meterse en líos en esa fantástica colección SeisDoble a manos de los mejores autores de género negro de nuestro país.
Y dentro de este selecto club de maestros del noir, no podía faltar Claudio Cerdán, autor fetiche para un servidor, que sabe que cualquier cosa que saque este hombre va a ser un must, y que con Nunca mires atrás vuelve a confirmar mi certeza sobre su absoluta infalibilidad.
Claudio sigue en su línea. Mordaz, incisivo, encantado de putear a sus personajes. Con ese aire a tragicomedia donde todo tipo de fauna y flora autóctona, lo mejorcito de cada casa, va haciendo lo suyo para vivir y tirar p´alante con sus movidas, mejor o peor parado. Perdedores que no saben que están haciendo con sus vidas y que se limitan a seguir en la brecha, cagándola más de lo recomendable y metiéndose en problemas continuamente. En esta ocasión, nos encontraremos ante un caso bastante feo, en el que se mezclaran amantes desaparecidos, antiguos compañeros de clase, ultras neonazis, la mafia rusa, jueces que deben favores, violadores impunes y polis que juegan muy al filo de la navaja. Si a eso le sumamos que la novela se inicia con Sonia despertando con una resaca salvaje dentro de un contendedor de basura, con la ropa hecha un cristo y sin recordar un carajo de lo que sucedió la noche anterior en esa reunión de antiguos alumnos, el lector puede hacerse una idea aproximada (NO) de las proporciones tamaño King Size del follón al que se enfrentará en esta ocasión nuestra investigadora. Una jodida gozada, vamos. Todo, con un regustillo a pulp que me ha encantado, sin salirse del género negro en ningún momento y con algunos pasajes tan realistas, tan creíbles y cotidianos (por desgracia), que nos recuerdan que basta con mirar las páginas de sucesos de cualquier periódico para darnos cuenta de que la realidad, muchas veces, supera con creces la ficción.
En definitiva, que os recomiendo que le echéis un ojo. Lo vais a agradecer. No es eso que no tengo ni puñetera idea de a que se refieren cuando llaman a algo “alta literatura´´. Ni lo pretende ni maldita falta le hace. Es lo que es y os digo yo que canelita en rama. Ale, a disfrutar…
Nunca mires atrás
Claudio Cerdán
Editorial: Menoscuarto Ediciones
Colección: SeisDoble
ISBN: 978-84-15740-53-7
Páginas: 160 pág.
PVP: 13,90€
http://www.menoscuarto.es/libro/nunca-mires-atras/
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Cascade point
Reseña: Flash. Velocidad Terminal, de Mark Waid, Greg LaRocque, Carlos Pacheco, Porter y VVAA
Lo cuento, no hay problema, en casa somos fans de la serie de TV de Flash. Mi family ve entusiasmada cada capítulo. En mi caso, la veo de reojo a la espera de que no puedan estropear nada de lo que leo, pues si algo tiene de bueno tiene esa serie que ya va por su cuarta temporada (no son extraordinarias pero bastante superiores a la mayoría de series de superhéroes hechas hasta el momento); lo bueno que tiene, es que desprende comiqueo. Se huele que los guionistas tienen muy al tanto el Universo DC en el que se mueve-se desliza-flota-vuela Flash. En ocasiones, mola ver como introducen y lo bien que están representados algunos villanos. Actualizados sus trajes, por supuesto. Es algo lógico. Un pijama desmerece bastante en el cada vez más potente reino del HD… ¿Y el por qué? Cada capítulo, con cada avance, me da que si están teniendo muy presente un personaje en especial (¿de ahí su éxito?), uno
como referencia como es el Flash, de Mark Waid. Cantidad de paralelismos. Por eso la miro con recelo, me gusta y de reojo no quiero enterarme de más. Sobre todo, sí en esos momentos tengo a medio acabar mi tomo de aventuras del mes del Corredor Escarlata; mientras devoraba Velocidad Terminal, casi que tuve que dejar de comer al mediodía con la family, que es a la hora que la ponemos. No quería saber nada de ciertas cosas. Soy así. Por eso no veo trailers de films de pelis a espuertas, de las que espero mucho.
Es sencillo. Cada tomo de Flash que ECC Ediciones está editando cada poco, son auténticas maravillas. No joyas indispensables, pero sí súper recomendables para quién como yo disfruta del cómic más clásico de pijameo. Es decir, aventuras sin mucha complejidad, alguna que otra idea original de vez en cuando con un villano de por medio. Y acción, mucha acción. Y villanos. Villanos por un tubo. El que siempre fue el fuerte del personaje de Flash. La cantidad de villanos curiosos que posan en la galería a la espera de que un autor grande los coja para crear tramas donde poner en peligro al Corredor Escarlata y a los que le rodean. ¡El Amo de los Espejos! ¡Magenta! ¡Mongul! Los peligros se suceden y aún falta el peor de todos, uno que no conocía y que hace aparición en este tomo de Velocidad Terminal: ¡el Demonio Nerón!
Para meternos en vereda, Flash: Velocidad Terminal comienza con el Flash Annual #8. Un reconocido Año Uno de Wally West y Barry Allen juntos. Sus primeras batallas y sus primeros errores. Para acto seguido comenzar el arco argumental que da nombre al tomo. Y es que después de los acontecimientos de Hora Cero, Wally West vislumbra el futuro y no le gusta lo que ve. Mientras tanto él e Impulso inician su propia revancha contra las fuerzas de Kobra. Sin embargo, el problema que existe con la velocidad de Wally lo ponen en desventaja, incluso a la hora de lidiar con sus propios problemas personales. Así que decide solicitar la ayuda de Max Mercury… (un superhéroe de DC Comics basado en el Quicksilver de Quality Comics. Otro gran velocista, personaje que Mark Waid trae de nuevo a la actualidad con la idea de que sea mentor de Wally West).
Esta parte mola muchísimo, en plan Señor Miyagi y Daniel San. Con Max Mercury recitando “conocimientos de velocidad”, y el resto del grupo percibiendo que fue uno de los primeros velocistas que viajó en el tiempo después de no poder fusionarse con la fuerza de velocidad. Y es entonces cuando se enteran que un villano ha congelado la ciudad y en ello ven cierta clave para rastrear a Kobra. ¿Pero a qué costo, Bart será de nuevo Flash? ¿Wally desaparecerá? ¿Alguna vez Linda dejará de esperar? Demasiadas preguntas y tan poco tiempo.
Y más. Cantidad de aventuras que te llevan de un lugar para otro y no te sueltan. Flash, Impulso, Max Mercury y Jesse Quick contra Kobra. Jesse Chambers corriendo para salvar la vida de su amor. Linda Park y…, la negación de Wally a revelar la verdad incluso con el terrible precio a pagar. Wally enfrentándose a la Speed Force, una poderosa y al parecer ilimitada fuente de energía. Iris incitando a Wally a regresar al futuro. Batallas de velocistas contra Mongul. Wally (no para) investigando junto a Linda un caso que involucra a su exmarido y algunos demonios. El Amo de los Espejos al acecho. Frankie Kane regresando y exigiendo que Wally elimine sus poderes. Linda Park como rehén. Wally y Linda en un complejo turístico que abrirá en breve y encontrándose allí con el periodista Billy Batson (alias Shazam), los cuales se unen contra el saboteador industrial Carl Sands, quien hizo un trato oscuro con Neron…
Como veis, grandes tochales llenos de aventuras. Un considerable material. Bastante cantidad de carne y verduras para saciar el hambre. Además, de que este volumen incluye también la saga de 1995, Inframundo Desencadenado, crucial para algunos adversarios de Flash.
Mark Waid tomó las riendas del tercer Velocista Escarlata en 1992. Su etapa, cuya recuperación sigue adelante en el presente volumen, es la continuación de Nacido para correr, El Regreso de Barry Allen y Flash: Impulso. Una gloriosa etapa del personaje, que devoro con hambre como el niño que fui, que llevo dentro y que jamás hasta ahora, había conseguido leer todos estos sucesos en continuidad.
Fallece pionero de la cf egipcia
Reseña: Marvels, de Kurt Busiek y Alex Ross
Comentaba hace nada que había cómics que entraban directamente en la historia al momento de ver la luz. Eran rarezas, pelotazos (como se le dice ahora), obras que se convertían en clásicos, en indispensables a leer/tener, eran auténticos booms y por supuesto, bestsellers. Marvels, de Kurt Busiek y Alex Ross fue uno de ellos. Algo que rompió con todo en cuanto se editó. Un Thriller, de Michael Jackson, El Padrino de Coppola o El Señor de los Anillos, de un tal J.R.R. Tolkien. Un pelotazo. Pues, ¿quién en el mundo de los cómics no conoce y habla bien de Marvels? Una auténtica joya que nunca debió faltar en las estanterías de librerías especializas… Y sin embargo, por un tiempo faltó. Lo puedo contar en primera persona. Estuve buscando el tomo íntegro de esta joya algunos años y no había una edición disponible para el lector de cómics constantee. Sin contar aquellos
especuladores de internet que la vendían por un pastizal, claro está. El caso es que todo tiene un momento en la vida, parece ser. Panini Cómics vuelve a publicar esta maravilla de maravilllas (nunca mejor dicho), la llamada edición definitiva de la obra maestra de Kurt Busiek y Alex Ross. Tandem que provocaron mi vuelta al mundo del cómic con su siempre genial serie Astro City.
Y ahora en plan wikipedia, ¿qué es y qué nos cuenta Marvels?
Marvels fue una serie limitada de cinco números publicada por Marvel Cómics en 1994, escrita por Kurt Busiek y dibujada por el maestro Alex Ross. Originalmente publicada como una serie limitada de cuatro números, se imprimió un quinto ejemplar (el #0) que añadía material adicional. Marvels fue un éxito rotundo como os he comentado, ganando diferentes premios e impulsando las carreras de Busiek y Ross hacia la cima en la que se encuentran hoy. En 1995, se editó una compilación de Marvels en edición especial que incluía la otra historia de la Antorcha Humana, así como toda una serie de extras. El volumen que hoy os reseño. Posteriormente, se publicaron series similares bajo el título de Marvels, con otros guionistas y dibujantes, pero ya nunca fue lo mismo.
En mi opinión, Marvels fue una obra hecha con la intención de humanizar en cómic (¿paradoja?), el cómic de superhéroes. ¿Y quién mejor para humanizar que un guionista que ya lo había hecho con su serie estrella donde trataba el cómic de pijameo desde la vista del ciudadano de a pie, sin superhéroes franquiciados? ¿Y quién mejor para humanizar una obra con un dibujo que de hecho ya era famoso por hacer eso precisamente, como todo lo que tocaba y toca Alex Ross? Así nació Marvels. Y el guiso resultante quedó para mojar pan. Estamos hablando de una joya que ganó el Premio Eisner a la Mejor Serie Limitada, Mejor Dibujante, Mejor Portada, Mejor Número Unitario (Marvels #2: Monsters), y el premio al Mejor Guionista lo rozó.
La trama cuenta principalmente la historia de Jim Hammond, el origen original de la Antorcha Humana, visto a través de sus propios ojos. Jim Hammond fue creado por el gran científico Phineas Thomas Horton, pero Horton solo pretendía crear un androide normal, lo de la piel en llamas fue un mero accidente. Sin embargo, la gente de a pie, temía a ese hombre en llamas. Lo veía más que una ayuda, como una posible amenaza. Lo que provocó que debido a la inseguridad, Hammond no pudo controlar su poder y tuvo que ser metido en un ataúd de metal donde el oxígeno no pudiera alcanzarlo. El triángulo del fuego, ya sabéis. Y en las catacumbas, bajo el hormigón, a Hammond se le enseñó el mundo del hombre a través de una invención de Hortons. Un método de aprendizaje que le instruía en la importancia de la vida y la libertad deambulatoria. Lo que le ayudó a convertirse en el héroe en el que se convertiría años después. Aunque seguía habiendo miedo en las calles. Inseguridad. Hasta que una grieta permitió que el oxígeno llegara al cuerpo de Hammond y empzara a controlar sus poderes…
Pero hay más. La Edad de Oro vista a través de los ojos del reportero de Bugle Phil Sheldon. Los X-Men haciendo su primera aparición ante el mundo. La gente de la calle asustándose ante esos “monstruos”, una multitud que lanza piedras y ladrillos a los mutantes. Un reportero obsesionado con mostrarlo todo de “ellos”. De humanizarlos. De presentarlos rescatando a gente en peligro, salvando a una niña (mutante), a Reed y Sue de los Los Cuatro Fantásticos casándose, de los X-Men enfrentadose a Los Centinelas, de un ser plateado anunciando la llegada de un dios devorador de mundo llamado Galactus. La muerte de Gwen Stacy contada desde la perspectiva del reportero de Bugle Phil Sheldon… Y más. Bastantes momentazos más.
Una escena tras otra del Universo Marvel que te maravillará con el dibujazo de Ross. Un emocionante recorrido por los momentos que sirvieron para forjar este universo superheróico. Tocando incluso grandes batallas como la Guerra Kree-Skrull. Una obra infinitamente recomendable.
La villa de las telas
Reseña: El Asco (Integral Deluxe), de Grant Morrison, Chris Weston y Gary Erskine
Grant Morrison se podría considerar la versión mutante de un supuesto hijo de Alan Moore, Terence McKenna y Robert Anton Wilson. Uno de los pocos guionistas con una verdadera voz original. Alguien tan fascinado por las teorías de la conspiración paranoica y la cábala como lo está por los arquetipos de superhéroes. Y de todo ello, bien sazonado con un conjunto de ingredientes de lo más llamativos, podréis encontrar esta aventura psicodélica de Ciencia Ficción llamada El Asco. Una obra que me habían recomendado cantidad de veces, que llegué a tener mano en mis tiempos de estudio y beligerancia, pero que por motivos de estrés y otras condolencias, jamás llegué a leer. No obstante, pienso que no vino mal. Es
de esos títulos que quizás te encanten dependiendo del momento de tu vida en el que decidas leerlo. Donde mucha culpa tendrá el momento de una buena digestión y donde influye en mi caso, el formato integral donde poder devorarlo sin miramientos.
Al igual que otras de sus obras diferentes y conocidas como Los Invisibles o La Patrulla Condenada (Doom Patrol), El Asco habla de un mundo oculto, conspiranoico, de una organización subterránea con aterradora ciencia a su disposición. Pero a diferencia de las demás, y quizás en un descanso de lo que se cuenta en las obras anteriores de Morrison, la agencia gubernamental encubierta llamada La Mano aquí trabaja para mantener el Status Qúo contra la masa de alucinaciones de una sociedad que necesita soñar bonito. Una historia que sigue a Greg Feely, un hombre calvo y de mediana edad que solo quiere ver porno y cuidar a su gato enfermo… (así nos lo presenta Morrison y así nos lo acerca como alguien normal).
En esta historia de psicodelia y paranoia alucinante, Greg Feely, un adicto a la pornografía mordaz cuyo único amigo es su gato senil, se revela como un agente encubierto llamado Ned Slade, que trabaja para una organización encubierta. Feely/Slade es en realidad un negociador especial que trabaja para La Mano. Cuando Feely/Slade intentan decidir qué personalidad es realmente, comienza el lío. Y los enfrentamientos contra entidades retorcidas como un desviado Superman llamado Spartacus Hughes; Anders Klimakks, una estrella porno con semen negro y feromonas irresistibles; el Libertania, un transatlántico gigante que es un país en sí mismo; y Dmitri, un mortal asesino mono comunista.
Fue en 2002 cuando Grant Morrison, guionista ya consagrado, disfrutaba de una etapa laboral estable en Marvel escribiendo los New X-Men. Atrás quedaba una epopeya de culto muy valorada como Los Invisibles y su incursión en el mainstream DC con JLA y JLA: Tierra 2. Pero entre tanto pijameo afranquiciado, Morrison (como cualquier autor que se precie) necesitaba soltarse un poco para concebir algo diferente. Y fue así como brotó de él una serie atípica de trece números en el siempre estimulante sello Vértigo.
Mientras su mente bullía, las musas se inclinaban hacia una secuela conceptual de Los Invisibles, y en mi opinión es eso precisamente lo que muestra El Asco, pese a contener personajes totalmente diferentes a los que en una y otra obra aparecen. Las cosas salieron muy bien. A nivel editorial, la serie no tuvo problemas e innovó con unas portadas muy rarunas, algo que catalogó el mismo Morrison como “fármaco-modernistas”. Mas, yo creo que fue un intento a consciencia de desviar la atención de la censura que había azotado a Los Invisibles. No os quepa duda de que se consiguió.
Ned Slade, el consumido por una vida social inexistente, vio la luz… junto a su otra personalidad Greg Feely, uno de los mejores agentes de La Mano. ¿Y qué es La Mano? Un conjunto de grupos policiales que actúan de forma extradimensional, con enormes poderes para la manipulación de la realidad, que bajo la apariencia de basureros de alta tecnología, aseguran que la raza humana siga su camino con parsimonia y su día a día no se vea alterado. ¿Os suena? ¿A Matrix, por ejemplo? Algo así. Mantener el Status Qúo.
Me pasó algo muy parecido con Transmetropolitan, de Warren Ellis. Es de esas series que una vez entras en ella, te maravillará cada idea futurista que propone. Joyas del cómic utópico o distópico. Percibirás después que hay más sufrimiento que otra cosa en eso de “mantener el orden”. Un perturbado Slade que intenta recuperar su propio camino al tiempo que, junto a otros miembros surrealistas de su equipo, sin querer-queriendo va aportando caos e inestabilidad social allá por donde pisan.
Tengo que mencionar a los artistas Chris Weston y Gary Erskine los cuales ayudan muy mucho con sus dibujazos y entintado. Ayudan bastante a visualizar estas desmedidas aventuras interplanares con una precisión magnífica, muy acorde a lo que un mundo así propone. Una nueva y mejorada Edición Deluxe de una obra que jamás pensé que me fuera a sorprender tanto.
Religión en la literatura fantástica


Así las cosas, ¿sería extraño que la literatura fantástica moderna, aquella que engloba la ciencia ficción, el terror y la fantasía de hoy, contuviera temas o personajes de índole religiosa o relacionados con la religión? Naturalmente que no. No solo porque existen géneros que directamente la incluyen, como el llamado género maravilloso-cristiano, que mezcla las creencias cristianas con la ficción maravillosa (una manera de llamar el fantástico no inquietante)[1], sino porque todo género literario puede incluir sus temas o motivos como parte fundamental de su construcción.









No digo que la presencia de la religión sea un requisito indispensable para forjar una narrativa fantástica verosímil, sea de ciencia ficción o de fantasía pura, pues bien podríamos idear relatos de estos géneros sin introducir la menor alusión a religiones de ningún tipo. Sin embargo, la religión es un fenómeno psicosocial y político-cultural tan complejo y variado que en realidad funciona muy bien como eje temático, de discusión, ambientación o denuncia, o incluso de reflexión, que, en general, estos géneros han sabido explotar con habilidad (y quizá algunos desaciertos). A través de sus relatos, se puede pensar en nuestro entorno cultural real y preguntarnos hasta qué punto las religiones desempeñan un papel importante en nuestro desarrollo como comunidad, sea negativo o positivo, y hasta qué punto dicho papel está definiendo lo que cada uno, como individuo, ha determinado para su propia vida. No es poco pensar.
[1] Cierto sector de la crítica, bastante amplio, insiste en separar el fantástico de lo maravilloso como si fuesen géneros distintos, pero al menos yo no he encontrado ningún sustento teórico lo suficientemente sólido que justifique semejante separación.
La opinión de Soraya: Libélulas en la noche, de Javier Trescuadras
Por Soraya Murillo.
Dicen que contar la verdad es algo muy sencillo. No hay que inventar; sólo recordar lo que ocurrió y todo sale tranquilamente. Por lo tanto, por esa misma regla de tres, comentar lo mucho que te gusto un libro debería ser lo mismo: dejarse llevar por los recuerdos y narrar…
Al pasar la barca …
Me dijo el barquero…
Las niñas bonitas…
No pagan dinero…
Un libro de terror es bueno cuando pasas miedo leyéndolo. De lo contrario, por muy bien que esté escrito, en sí el escritor fracasó. Javier no lo hizo, no erró el tiro. ¿Sabéis lo difícil que es eso? Que unas palabras te dejen clavada a un sillón. No, no son imágenes, son palabras. Palabras que traen el miedo más absoluto. Mientras las vas leyendo, esa canción se te va metiendo en la cabeza como la de las niñas de Freddy Krueger.
Se nota que tardó años en escribirla. Pensáis que los lectores eso no sabemos reconocerlo, pero os equivocáis; de ahí, del trabajo lento, pero seguro, de la paciencia y el buen hacer, salen los mejores libros, los inolvidables.
Siempre he pensado que cuando algo es muy bueno, no se necesita una gran reseña o opinión, que unas pocas palabras pueden decirlo todo. Si este libro se hubiera escrito en los USA estoy segura que sería el ganador de un Stoker a mejor novela ¿Lo habéis captado? ¿Necesitas más? Yo creo que no.
La historia.
Región de Murcia, el Hombre del Saco ha regresado. Comienzan unas extrañas desapariciones y muertes.
Germán Corso, un inspector de policía con un don para ver aquello que pocos pueden percibir, debe encargarse de unos sucesos inexplicables, donde un ser con un saco de arpillera cubriéndole la cabeza maneja los hilos del mundo sobrenatural.
Ela San Martín tiene pesadillas con ese Hombre del Saco, pero sus desvelos la llevarán a un psiquiatra. No sólo ve a la criatura en el mundo onírico. También en el mundo real .
Un pasado que regresa para seguir cobrándose muertes, donde nuestros protagonistas, sin saberlo, están más atados de lo que creen a un antiguo suceso. Policías nobles, otros corruptos, empresarios , curas , padres que siguen rezando a unos hijos que desaparecieron hace muchos años , fabricas abandonadas y bosques donde las libélulas se transforman en adultas mientras son testigos silenciosos en la noche mágica de San Juan. Pobres libélulas, viendo el horror y no poder hacer nada mientras se seca su piel.
Muertos que regresan pensando que no cumpliste tu promesa y balas que dan en el blanco y en vez de sangre, van dejando regueros de arena fina .
El libro.
Quinientas sesenta y cuatro páginas. ¿Es importante este detalle? Sí, lo es . No sobra ni falta nada , es perfecto, tal cual, redondo. Mira que llevo leídos libros, y cuando encuentro éstos donde nada sobra, donde todo encaja, donde el final no llega precipitado, donde… otra cosa que hay que aprender a la hora de escribir, así que bien por este hombre.
Me encantó la forma de narrar, nunca abandona el miedo, siempre con ese frío de los muertos en cada página . Las persecuciones a las victimas son brutales. Sabes perfectamente que da igual que huya, que de nada le valdrá correr o esconderse y aun así, eres incapaz de dejar de leer porque la narración te tiene cautivado.
Es un libro que mejora por momentos. Llevas leído más de la mitad, crees que ya te dejará reposar un poco y ¡zas!, vuelta a empezar, como si el escritor comenzara de nuevo, tan fresco, tan tranquilo, tan ilusionado. Y ahí creo que está la clave de todo. Javier no se dio tregua, quiso lo mejor en cada capitulo, quiso que no te relajaras , quiso que el terror estuviera contigo hasta el final del libro.
Hay muchas clases de monstruos, pero nuestro autor buscó el más simple. Tanto, que a la vez es al que más miedo le tenemos, al Hombre del Saco . Ahora, ya adultos, vemos las noticias y desapariciones o muertes y al poco tiempo suele salir el asesino. Pero, ¿y todos los que nunca han aparecido? Nuestra historia trata lo sobrenatural unido a los monstruos reales y no sé que da más miedo, si lo que no puedes matar o lo que puede tocarte.
Termino ya. Simplemente insistir en el gran libro que leí, lo bien trabajado que está, la gran historia que inventó su autor y que una obra así no se deja lista en un par de meses, por mucho que se empeñen algunos. Si tengo que recomendarlo, lo haré; si tengo que votarlo para mejor libro lo votaré, porque forma parte ya de mi pequeña pila de los mejores libros leídos y porque Javier tiene razón: El agua sí huele: a musgo, a piedras milenarias, a vida, a muerte .
Yo no soy mierdiosa, ni lo quiero ser…
Tome usted mi alma y a pasarlo bien…
Libélulas en la noche (La leyenda del hombre del saco)